He aprendido a pasar de la gente, a sentir algo diferente llamado indiferencia, y me gusta. No lo paso mal, no sufro, es un estado controlado y que a la vez me permite hacer vida normal de cara a mi y los míos. Pero no siempre aplicamos la indiferencia, el odio sigue aún muy marcado en mi persona. Y es que con las injusticias o las mentiras disfrazadas de verdad no puedo ser indiferente. No puedo, no se mostrarme indiferente ante algo que por H o por B me molesta.
Me tiro de los pelos sabiendo que las mentiras flotan en el aire y corren boca a boca penetrando en la gente que no me conoce. Aunque no es precisamente eso lo que molesta, es la mentira en si, que tenga esa libertad de movimiento y libre albedrío de recorrer los rincones y llegar a cualquiera. Unos más vulnerables que otros ante esta.
La mentira de una boca que se la cree, de una boca que odio, y que se que esa mentira está disfrazada a su vez de más mentiras, es puro veneno.
Veneno que penetra dentro de mi y lucha contra la indiferencia para salir victoriosa y envenenarme con odios y lamentos.
Ojala pudiera envenenarme del pasotismo de algunas personas, disfrazar ese odio por indiferencia, y aunque irreal, creérmelo así. Una pequeña mentira para mi persona, total una más o una menos en el ambiente ¿qué más maldad puede hacerme?
Aunque si algo tengo claro es que ¨Dios los cría y ellos se juntan¨ al menos es un método para saber por donde no debo ir, mejor juntos que dispersados buscando nuevas victimas. Que se envenenen entre ellos y me dejen vivir en paz que bastante veneno debo quitarme de las venas como para vomitar el exceso del que vosotros lleváis impregnado y tatuado en el corazón.
Qué os den
C.P.E - 11/05/10 - 04:22 am